Más allá del premio
Ayer tarde me llamó un tipo. Muy amable, se presentó como un cargo de la UPV de Bilbao, y me dijo que tenía el gusto de comunicarme que había ganado el primer premio del Certamen de Literatura Fantástica "Alberto Magno", convocado por la Universidad del País Vasco. Enhorabuena, me dice el hombre. Yo no sé qué decir, sobre todo en estos días y en estas horas, cuando uno llega cansado de la ingente labor que es cuidar a unos ciento cincuenta adolescentes, intentando enseñarles inglés, de paso.
Gracias, digo yo (me eduqué en un colegio de curas, algo de educación se me pegó). Le ha correspondido, dice él, la cantidad de... ¿Qué más da? Hoy es un día feliz. Mi mujer, que aguanta a mi lado carros y carretas, daba saltos de alegría, y me comía a besos. Como contrapunto surrealista, mi hija pequeña tenía una rabieta de campeonato y como que le importaba un pimiento eso del premio. Mientras, mi hijo mayor, que ahora empieza a pensar, filosofaba de forma incrédula negándose a creer que a alguien le pudieran dar dinero por golpear teclas tarde tras tarde.
La noticia voló como la pólvora entre mis allegados. Mi suegro me felicitó de inmediato. Ángel Torres, amigo y maestro, envió de inmediato un email de felicitación. Luego mis padres y hermanos. Mi padre, henchido de orgullo cual muñecote de Michelín, proclamaba que había que llamar a los periódicos (no, papá, déjalo, mejor cuando caiga el Planeta). Mi hermana gritaba, exultante... Una locura deliciosa, directamente extraída de la filosofía de los Hermanos Marx, pura felicidad durante unas horas, en las que todo sabe a celebración.
Ese es el verdadero premio. Saber que hay gente a la que le importas lo suficiente como para que se alegren de tus pequeños triunfos.
Gracias a todos.
Gracias, digo yo (me eduqué en un colegio de curas, algo de educación se me pegó). Le ha correspondido, dice él, la cantidad de... ¿Qué más da? Hoy es un día feliz. Mi mujer, que aguanta a mi lado carros y carretas, daba saltos de alegría, y me comía a besos. Como contrapunto surrealista, mi hija pequeña tenía una rabieta de campeonato y como que le importaba un pimiento eso del premio. Mientras, mi hijo mayor, que ahora empieza a pensar, filosofaba de forma incrédula negándose a creer que a alguien le pudieran dar dinero por golpear teclas tarde tras tarde.
La noticia voló como la pólvora entre mis allegados. Mi suegro me felicitó de inmediato. Ángel Torres, amigo y maestro, envió de inmediato un email de felicitación. Luego mis padres y hermanos. Mi padre, henchido de orgullo cual muñecote de Michelín, proclamaba que había que llamar a los periódicos (no, papá, déjalo, mejor cuando caiga el Planeta). Mi hermana gritaba, exultante... Una locura deliciosa, directamente extraída de la filosofía de los Hermanos Marx, pura felicidad durante unas horas, en las que todo sabe a celebración.
Ese es el verdadero premio. Saber que hay gente a la que le importas lo suficiente como para que se alegren de tus pequeños triunfos.
Gracias a todos.
6 comentarios
severino -
No soy familiar del laureado y le felicito. Por no tocarnos no nos tocamos ni la palmas cuando cantamos, que siempre fue muy suyo, el intelectual.Es broma. Toda Santa Isabel de Orgía te felicita,"nuestro Hemingway".
Tu devoto, y a pesar de todo amigo.
anónimo -
mamá -
largo -
Juaki -
Paz.
insomnio99 -
un abrazo fortisimo!!!!!! de tu primo un besazo enorme.
y recuerda the kkk took my baby away!!!!!!