Las cosas que piensa Joaquín Revuelta...

Nací en Cádiz el 9 de Julio de 1965. Me siento gaditano hasta la médula, aunque no comparto el chovinismo de algunos de mis paisanos. Llevo el mar tan dentro que no tenerlo cerca me provoca asfixia en el alma. Eso es lo que de verdad echo de menos. Tuve una infancia feliz, con cuatro hermanos a mi alrededor que no me dejaban tiempo para aburrirme. Desde niño fui adicto a la lectura. Empecé con Pumbi, con el TBO, Mortadelo y Filemón, El Capitán Trueno, El Jabato, etc. Leía de forma compulsiva prácticamente cualquier tebeo que cayese en mis manos, y los padres salesianos me confiscaron un buen número de ellos, hasta que se hartaron de mí y me sugirieron que cambiase de institución académica. Fue uno de los días más felices de mi vida. Con diez u once años, no lo recuerdo bien, cayó en mis manos una novelita de las llamadas de “a duro”, una de ciencia ficción que se llamaba CIRCO GALÁCTICO. Era de pena, pero a mí me pareció la lectura más alucinante del mundo. Hasta aquel día, mi único contacto serio con el fantástico había sido Julio Verne y "Un Yanqui en la Corte del Rey Arturo" de Mark Twain, pero desde ese momento supe qué era lo que quería leer sobre todas las cosas. Leí todo lo leíble desde entonces, pero nunca me dio por escribir nada. Intenté hacer Ingeniería, pero me la dieron con sopa y me pasé a la filología, a ver si se me pegaba algo. Nada. He tenido una juventud rocambolesca, marcada por trabajos de todo tipo y por viajes a lo largo y ancho del planeta con la guitarra en la mano, buscándome la vida, mirando a ver si se me pegaba algo de tanta experiencia que vivía, algo que soltar en una cuartilla. Nada, no hubo forma. Cuando paré un poco de tanto trasiego, con la carrera a medio terminar y un trabajo casi estable, conocí a mi musa. Tiene cuerpo tangible y una cara para renunciar al paraíso por ella. Ella, que ahora es mi mujer, fue la que creyó en mí y la que me hostigó para que me dejara de pajas mentales y me pusiera a escribir. Así lo hice. Escribí mi primer cuento de ciencia ficción a los 27 años, de una sentada, sin corregir una palabra o una coma. Se llamaba "Sangre, lágrimas, y Alicia". El cuento ganó el premio DOMINGO SANTOS ese mismo año, en el que se instituía como el premio nacional de narrativa de este género en su modalidad de cuento. Seguí escribiendo, y me di cuenta de que toda mi vida anterior había sido como la cueva de la República de Platón: sombras contra la pared. Me publicaron varios cuentos en aquella época, de diferente extensión, "Un racimo de infiernos" (en Núcleo Ubik), "Más Tequila" (en ARTIFEX, del cual dicen que es el cuento más triste y amargo de la ciencia ficción española), "El hombre equivocado" (en CUADERNOS CERO)... Todos aceptados y aplaudidos por la crítica. Después vino la boda, mi primer hijo, los apuros, un trabajo muy currado y mal pagado de publicista... La adultez. Estuve un par de años sin escribir, y en el 98 volví a ponerme las pilas. Escribí tres novelas cortas: "Bendecida", "La versión Judas", y "Si pudieras ver Niágara" (de cuyo universo agobiante y cerrado toma el nombre mi página). Esta última la presenté al premio UPC de novela, un premio a escala internacional que goza de mucho prestigio. No ganó, pero quedó finalista (en realidad quedó la segunda, pero eso carece de importancia en este tipo de premios), y me la publicaron en ARTIFEX Segunda Época. Como soy profesor de instituto (público) tuve un año con un destino perro en el que apenas escribí. Al acabar el curso, de puro coraje, escribí "Deshacer el mundo", y lo envié al premio DOMINGO SANTOS, diez años después. Volví a ganarlo. Ahora trabajo en varios proyectos, y creo que algún día, con esfuerzo y perseverancia, igual consigo ser escritor. Nota: Además de escribir, por si interesa, soy programador multimedia, diseñador web, toco varios instrumentos (aunque leo solfeo como un niño chico) y dibujo tiras cómicas. A Renaissance Man, que dirían los ingleses.